6.6.10

Mi confesión: Anotaciones de un sábado de farra

Regresando de una noche en Cholula (Que por cierto, fue tremendamente aburrida) me detuve en medio de ese antro piltrafón y he ahí que me puse a reflexionar y es que el destino no avisa y llega cuando menos lo estás esperando.

Lo que realmente ocurrió es que estando ahí, en medio del bullicio, de toda esa gente en el acto animal (Y es que hay veces que mis palabras surgen rebosantes, como flotando en la humedad) recordé una conversación que tuve con @mishafu en algún momento de ésta semana. Ahí estábamos los dos, sentados en algún corredor de la universidad, cuando le dije "He llegado a un punto en mi vida, a mis 20 años, donde no me atrevería a decir una de esas frases trilladas tipo: Esto es lo que quiero hacer el resto de mi vida. Pero lo que sí me atrevería a hacer, es afirmar aquellas cosas que en verdad no quiero hacer jamás". Y fue hace una hora o dos, en medio de tanta gente que logré continuar esa lista mental, ese decálogo de las cosas que yo me prohibiría hacer.

No sabría ni por dónde empezar a enumerarlas, quizá la primera de ellas y eso porque es la que siento más inmediata es que nunca quiero ser uno de esos tipos que van a antros jodidos, beben lo que encuentran y sienten que todos están ahí buscando aparearse como ellos. Y es que de entrada, nunca me atrevería a decir "Es que me gusta el antro" porque no es así, una vez alguien me reclamó "No podría andar contigo porque no te gustaría acompañarme al antro". Es cierto, soy un tipo de bares, de carretera de noche, de cerveza bien fría, tabaco bien fuerte y música instrumental. Uno de esos cabrones con delirio cosmopolita y es que no se trata de traer un Mercedez del año, se trata de poder disfrutar un whiskey, no digo bueno, solo pido no sentir la  quemazón en el estómago.

Volviendo al antro, #YoConfieso, que me he acostado así, sin más, pocas veces. Pero yo también estoy hasta la madre de ser uno de esos poetas de bragueta y revolcón. La última vez que me acosté, así, sin más, amores de entrepierna y nada más, fue hace unos 6 o 7 meses y todavía conservo esa sensación de desagrado, ese sabor amargo en la boca. Y es que nunca he querido ser ese tipo de cabrón, curiosamente, desde esa noche me empezaron a pasar muchas cosas extrañas, claro que sé que no fue alineación planetaria, fue más el comprender que yo soy mi propia tormenta de arena. Y entonces, ocurrió lo que menos esperaba, un buen día me decidí a decir la verdad sobre lo que sentía, jugué todas mis cartas e inicié la relación que en éste momento me cimbra las piernas y me hace estar escribiendo éstas pendejadas a ésta hora.

Y es llegado a éste punto que puedo decir otra cosa que nunca quiero: nunca quiero volver a ser esa persona y aunque hacer las cosas con el corazón termine volviéndome un torbellino por dentro, siento esa satisfacción de poder decir que cada momento que paso contigo lo vivo con todo el corazón.

Y así me podría seguir escribiendo tantas cosas que no quiero, con éste desazón. Realmente la razón por la que empecé a escribir ésto (Y sonará pleonásmico, pero no lo es) es que no quiero hacer nunca esas cosas que no quiero hacer nunca.  ¿Me explico?

No quiero tener que volver nunca a casa de mis padres, no quiero tener que regresar a Tapachula jamás, no quiero ser un arquitecto dibujante, no quiero volverme un ser superfluo, no quiero dejar de ser esa persona que deja huella en todos los que lo conocen (Porque creo que lo he sido), no quiero tener que depende de nadie y en ningún sentido, no quiero estar esperando a que marques o mandes un mensaje, ni tú ni nadie, no quiero dolores de estómago, no quiero la cruda del domingo, no quiero tener que elegir un camino, no quiero sentirme vacío jamás, no quiero dejar de leer poesía, no quiero dejar de escribir, no quiero verme jamás como esos tipos ridículos que vi hace rato en Cholula, a sus 30 y tantos años, vestido como ingeniero, completamente sudados, no quiero gastarme la quincena con la primer gata que se me cruce, no quiero olvidar tus ojos claros, no quiero olvidar cómo me conmueve tu rostro, no quiero quedarme sentado aquí, viendo mi vida pasar, no quiero comer frijoles, ni quiero comer huevo, no quiero dejar de viajar por carretera, no quiero que nadie me llore el día que me muera, no quiero que nadie dependa de mi, no quiero vivir eternamente, no quiero un amor civilizado, no quiero contigo, ni sin ti, no quiero sentir que te persigo, ,no quiero tenerte que prometer que la próxima vez va a ser perfecto, no quiero tenerte que decir que somos amantes fuera de tiempo, que te conocí en un momento muy complicado de mi vida, no quiero tenerme que sentir como ésta canción, no quiero que esa canción o cualquier otra me la vuelvan a cantar, no quiero tener miedo nunca más y lo más importante:

No quiero mentirle nadie

No quiero que nadie mienta por mi

No quiero lastimar a nadie

Y no quiero que nadie lastime por mi


Alguien me dijo un día:


"Andrés, yo solo quiero ser feliz...." 


YO TAMBIÉN

Mata a un gatito